Formador de formadores, maestro y autor de "Educar con Co-razón"



viernes, 28 de mayo de 2010

LA SONRISA DE LOS MAESTROS Y MAESTRAS.

Un texto que remite a aspectos trabajados en el taller. 
(Extraído del libro EDUCAR CON CO-RAZÓN.8ª ed. EDITORIAL DESCLÉE).
 


Reflexiones
La sonrisa de un niño que es feliz en la escuela no tiene precio.
La sonrisa de un maestro que es feliz en la escuela....eso tampoco tiene precio.


La sonrisa tendría que ser considerada un elemento típicamente escolar, como son los libros, los cuadernos, los lapiceros o las pizarras. Hoy, quizás más que nunca, es preciso devolver la sonrisa a los rostros de los niños y niñas y al semblante de sus maestros y maestras.
 
La presencia o no de sonrisas es uno de los más fieles y sensibles barómetros para medir el nivel de presión (u opresión) en la atmósfera de una clase. La sonrisa es un termómetro preciso que refleja la calidez o frialdad del encuentro humano en el que se sostiene un determinado modo de intervención pedagógica. La sonrisa marca en las caras de alumnos y profesores, de padres e hijos, cuál es la temperatura con la que se cuece el proceso educativo.
 
Nuestra clase podía ser entendida, considerada y vivida como un campo de cultivo de sonrisas. Fui reconociendo que, como maestro, estaba llamado a ser, en cierto modo, un sembrador de sonrisas, un cultivador de alegrías. Por eso procuraba que lo primero que encontrasen los niños cada mañana, al comenzar una nueva jornada escolar, fuese mi sonrisa. Esta era, conscientemente, mi primera actividad o lección del día: la energía de la sonrisa, el regalo de la sonrisa, el arte de sonreir, pero sobre todo, el derecho a la sonrisa.


La sonrisa es también una energía que es preciso atenderla, enfocarla, activarla y cultivarla.
La sonrisa constituye un extraordinario alimento que ha de estar presente y servirse en la mesa (pupitres) de cada día. Es una medicina que actúa de manera fulminante y eficaz, es la vitamina por excelencia para nuestro corazón.
 
La sonrisa nos alisa y allana el camino para llegar a los demás y nos abre sus puertas. Trazar una sonrisa en el momento del encuentro es como decir: ¡Aquí estoy!. Quien devuelve la sonrisa no está sino respondiendo: “Pasa y entra”. La sonrisa pone la llave y abre la puerta.
 
Yo regalaba a mis alumnos mi sonrisa y ellos me la devolvían multiplicadas. Y fuimos puliéndolas, limpiándolas, distinguiéndolas de esas otras sonrisas moldeadas por la malicia, el sarcasmo, el cinismo, la mordacidad o la acritud.
 
Cuando un niño o una niña sonreía ante mi presencia sentía que con él o ella era toda la Creación, el Universo entero el que se regocijaba en su sonrisa.

Cada vez que sonreía a un niño le estaba diciendo: “Me gusta estar aquí”.

Cada vez que un niño o niña sonreía estaban diciéndome: “Soy feliz estando aquí y contigo”.
 
Esta es una de las máximas felicidades de este trabajo: escuchar cómo cantan y cómo ríen los niños que se marchan y alejan tras haber pasado toda una mañana contigo.
 
extraído del libro “Educar con Co-razón”. Editorial Desclée)
            JOSÉ MARÍA TORO
EDUCAR CON “CO-RAZÓN” (Editorial Desclée) (Nuevo libro de JOSÉ MARÍA TORO)

En el libro se recogen algunos de los elementos básicos de una experiencia con un grupo de niños y niñas de 1º a 5º de primaria y que sugieren una propuesta pedagógica concreta de acercamiento al niño y un modo peculiar de vivir el cotidiano en la escuela. Una propuesta que, aunque gestada y desarrollada en el ámbito de la educación escolar primaria, puede alcanzar y aportar a otros contextos y realidades educativas: familia, organizaciones, educación no formal, etc...

Sin negar la necesidad de reformas estructurales, organizativas y de contenidos, la mayor urgencia, según expresa el propio autor, apunta a una auténtica y real revolución educativa, profunda y vital, de concepciones de base fundamentales, de modos y maneras, de actitudes y valores......que hagan frente y desenmascaren, de una vez por todas, la tremenda falacia que se oculta tras tanto tecnicismo, tras tanta verborrea y burocracia y tras la más reciente fascinación y endiosamiento del uso de las nuevas tecnologías. En el texto de la contraportada podemos leer:

En los diversos espacios educativos, y más concretamente en las escuelas, hay mucha más “cabeza” que “corazón”, mucha más “mente” que “cuerpo”, mucha más “ciencia” que “arte”, mucho más “trabajo” que “vida”, muchos más “ejercicios” que “experiencias”… mucha más pesadumbre y aburrimiento que alegría y entusiasmo. 

“Co-razón” es reivindicar para la educación un corazón que no está reñido con la razón sino que la contiene y trasciende. No es un libro de recursos ni, mucho menos, un recetario de actividades… porque, no lo olvides, querido educador o educadora, el recurso por excelencia eres tú. 

Abre al azar cualquiera de las páginas del libro. Lee lo primero que te encuentres. Sólo si sientes que algo resuena, vibra, late en tu corazón al leerlo… podrás reconocer que éste es un libro para ti.

José María Toro es maestro de enseñanza primaria y especialista en creatividad, técnicas de estudio y en distintos ámbitos de la Expresión y la Comunicación (Escuela de Expresión de Barcelona). 

Ha publicado gran variedad de artículos vinculados con la educación y el desarrollo personal. Es autor, entre otros, de los libros El pulso del cotidiano (1993), La hondura de lo simple es infinita (1996) y La vida maestra (Desclée De Brouwer, 2001).
 
Actualmente centra su labor en la investigación y divulgación del Sistema Consciente para la Técnica del Movimiento así como de aspectos tales como el descanso, la meditación y el desarrollo de actitudes creativas y saludables en el quehacer de la vida cotidiana. 
 
Puedes acceder a la lectura del índice, prólogo e introducción del libro accediendo a

EDUCAR O EL ARTE DE ENCENDER LOS OJOS.

Un texto que remite a aspectos trabajados en el taller.
(Extraído del libro LA SABIDURIA DE VIVIR. Editorial Desclée).



Reflexiones
La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará iluminado.
(Lc. 11, 33-35)


Cuando vemos luz tras una ventana sospechamos que hay alguien dentro. Por eso, cuando unos ojos se opacan, cuando pierden su brillo y la mirada se muestra apagada nos percatamos que esa persona es como una casa vacía. 

Pocas cosas me resultan tan sobrecogedoras como los ojos apagados de un niño porque me indican que salió de sí mismo, vive exiliado de su propia alma y anda errante y perdido en medio del mundo.

Un maestro debe aprender a mirar la mirada de los niños y debe dejarse mirar por ella. Ha de saber que el niño de mirada perdida no puede mantener fija su atención porque su mundo interno es un laberinto, un caos, un desasosiego, todo un universo de tensión, inquietud, ansiedad e incluso miedo.

El niño salió de su casa sin saberlo y ahora no sabe el camino de regreso y no encuentra las llaves que le devuelvan a su propio hogar.

Los ojos no son sólo el espacio desde el que miramos sino que han de ser objetos permanentes y continuos de nuestra mirada.

Mirar a los ojos es una urgencia pedagógica, un impresionante reto vital.

Devolver el brillo, la luz y la belleza a los ojos apagados de los niños y jóvenes es también una competencia básica, un contenido curricular y una eficacísima herramienta metodológica.

Iluminar los ojos de los niños es devolverlos a casa, a su casa, a su corazón.

Es maestro quien con su propia lumbre prende lo que estaba apagado, aviva lo mortecino y es capaz de hacer resurgir algo nuevo de las cenizas. 

Educar es, a fin de cuentas, el arte de encender los ojos del entusiasmo y de la alegría para que todo el rostro se ilumine con el resplandor de lo mejor de sí mismo.

JOSÉ MARÍA TORO